¿Qué Pasa?

El compositor al que Diomedes le aplazó 8 años un éxito

La historia de Crispín Gutiérrez, autor de ‘Gaviota’.

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En el tradicional barrio San Joaquín de Valledupar pasa sus días Crispín Gutiérrez Romero, con la cara de quien sonríe tras lograr varios triunfos, el mayor de ellos en el amor. En la vida de este compositor nacido en La Junta (La Guajira), las adversidades han estado a la orden del día, pero cuando Diomedes le grabó la canción Gaviota fue el momento en que supo que el viento a veces sopla a su favor.

Todo ocurrió a paso lento, pero seguro. Recuerda el autor que fue hace más de 20 años que ‘el mensaje’ llegó a su mente y lo convirtió en canción. Para entonces disfrutaba de los primeros sorbos del gran amor que hoy no le quita ‘ni la fuerza del mar’.

En medio de esas jornadas arduas que plantea la labor del campo, llegó a su mente la misión de tejer en un canto, como remembrando las costuras de mochilas que su madre hizo para sacarlo adelante, la obra que contara las vicisitudes de su compañera de sentimientos, lo mal que a ella le fue en el pasado, lo herido que él quedó en un momento de la vida y lo mucho que a ambos les sirvió enamorarse y salir adelante con los hijos frutos de relaciones anteriores.

“Lo que canto es vivencia, aunque tiene algo de fantasía, como el cuadro que se pinta de un paisaje y hay que adornarlo”, dice el compositor de voz de trueno y nobleza arraigada en cada palabra. Mientras atiende los saludos de cada vecino que pasa por la puerta de su casa, Crispín cuenta que “me enfoco en la vida de ella, porque venía marginada y con algunas derrotas en el amor, y son cosas que marcan en la vida. Es una buena mujer. Yo estaba casi en la misma situación de ella”.

El tiempo fue bueno con ambos; han consolidado un matrimonio, una familia, un hogar y aunque advierte que ‘el el cantante estuviese en disposición. ¡Misión cumplida! “No pasaron 20 minutos cuando Diomedes la escuchó para que me llamara Elver Díaz, hermano de ‘El Cacique’, diciendo que había llegado Diomedes a la casa, que estaba loco con mi canción, que se iba a la finca, pero que al regreso me quería ver”, recuerda.

La llamada llegó y entonces su felicidad de viernes se quintuplicó. Esa tarde su moto prendió a la primera patada y tomó rumbo hacia la casa de ‘Mama Vila’, progenitora de Diomedes, sin embargo, el destino le amargaría su rato y en el trayecto una descuidada mujer abrió la puerta de su carro como si se tratara de un ave que quiere volar.

El estrellón fue inminente, la caída muy brusca y el sonido del golpe retumbó en la cuadra. Duró 40 días internado en un centro asistencial, alimentado con sondas, por Iván Zuleta. “Me llevó a su casacampo y me dijo que él sabía que yo tenía una canción muy buena que le había presentado a Diomedes, que quería escucharla. Le dije que no, que tenía otras, pero él insistió, entonces se la canté. Le gustó mucho a Villazón, pero le dije que si Diomedes no me grababa esa canción entonces prefería que se fuera al sepulcro conmigo”, narra Crispín.

Pasaron ocho años y quizás sus esperanzas eran más diminutas que la arena del mar. “Un día cualquiera recibo una llamada y era Diomedes, quien me decía que iba a grabar la canción Gaviota, entonces me pegué de Dios, para que el milagro se diera. Vivía con angustia, porque los medios daban la lista de las canciones, pero no hablaban de la mía. La fe seguía intacta, hasta que salió el CD”, recuerda.

Las emisoras, licoreras, fiestas de barrio, tiendas de esquina, estancos, taxis y celulares sonaban lo reciente de Diomedes y Álvaro López, un compacto llamado Con mucho gusto. La sorpresa fue mayúscula para Crispín: Gaviota estaba ahí y fue convirtiéndose en una de las preferidas. “Esa canción le llegaba mucho a Diomedes, lo impactaba, porque iba mucho con él”, hace memoria.

LO QUE NO FUE

Crispín llegó hasta segundo de bachillerato en el Colegio Loperena de Valledupar. En su natal La Junta lo recuerdan como el cantante que nunca quiso grabar con el acordeón de Marciano Martínez, quien luego se volviera todo un ‘extraterrestre’ de la composición vallenata.

En el último CD que grabó Diomedes por poco va incluida Suspirando por la herida, pero supo que le hicieron más fuerza a la canción de Armando Morelli. Sin embargo, de la vida no se queja, se mueve cada tanto al compás de su mecedora, mira al cielo y ve volar gaviotas, alguna quizás con fallas en su vuelo, sin horizonte, lastimada y que tal vez detenga el vuelo porque esté herida.

Con información de: Jorge Luis Laporte Restrepo.