¿Qué Pasa?

El diseño de sonrisa con 8 piezas de oro que no alcanzó a usar Diomedes

La dentadura de Diomedes Díaz también tenía cuatro diamantes.

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A Diomedes Díaz siempre le atrajo las incrustaciones de piedras preciosas en su dentadura, al punto que en 1993 causó revuelo cuando se calzó un diamante de 6 millones de pesos, y luego otro de 20 millones. A los cinco años de su deceso se conoce una historia inédita sobre esta excentricidad bucal.

Resulta que El Cacique se fue a la eternidad sin poder lucir un diseño de sonrisa extravagante y millonario, que venían trabajándole el odontólogo Daniel Fernando Zabaleta Díaz, su sobrino. La réplica de este trabajo dental permanece en la casa museo que hay sobre el artista Carrizal, vereda a cinco minutos en carro desde La Junta, en La Guajira.

El trabajo consistía en ajustarse cuatro incrustaciones de diamantes en los incisivos laterales y frontales de la parte superior, y combinarlos con ocho piezas de oro ubicadas en sus primeros y segundos molares, es decir, cuatro muelas abajo y cuatro arriba engastadas en oro. Toda una fortuna. Leonardo Sarmiento, guía del museo, sostiene que “Diomedes pensó en ponerse ese diseño de sonrisa, pero la muerte le llegó de manera inesperada y no pudo lucirlo. Ya todo estaba listo”.

LA VENTANA MARRONCITA, EL OTRO MUSEO

En La Junta la brisa es poca, la temperatura alta y la música de Diomedes permanente. Ahí la casa paterna de Patricia Lucía Acosta sirve como museo en el que se exponen fotografías que relata la historia de un artista grande y carismático. El punto más visitado es el cuarto en el que dormía Patricia junto a una prima, y que tiene un marco de madera que da a la calle, o sea la ‘ventana marroncita’.

“Los sentimientos románticos de Diomedes y Patricia fueron en la ‘ventana marroncita’, claro que sí”, señala Ricardo León Sierra, primo de la mamá de Rafael Santos, Diomedes de Jesús, Luis Ángel y El Gran Martín Elías.

El amor de Diomedes fue tal por Patricia que de Carrizal iba a pie hasta La Junta, daba un par de golpecitos a la ventana para encontrarse con su amada. Hoy decenas de turistas llegan al lugar para hacerse fotos y las parejas buscan recrear la romántica escena, entre un cacique y su enamorada. Adrián Pérez, turista samario, asegura que llegar allí lo llena de nostalgia.

“Soy seguidor de Diomedes, pero venir a su tierra es conocer de cerca su historia. Estas casas son leyenda, el que sea colombiano y no conozca la historia de la ‘ventana marroncita’ le falta, es un recorrido interesante el que hace uno en ese museo donde se ven las fotografías de los amores que tuvieron Diomedes y Patricia”.

Con información de: Jorge Laporte Restrepo.