¿Qué Pasa?

Néstor Emiro Gómez Ramos, nuestro embajador musical en Nueva York

Toda su labor de investigación musical la divulga en dos canales de YouTube, en Facebook, y en la revista virtual Herencia Latina.

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Desprenderse de la tierra que ama y aún añora no fue nada fácil para Néstor Emiro Gó­mez Ramos. Sucedió el 14 de septiembre de 1990, hace 28 años, cuando por rogativa de su ma­dre se vio obligado a dejar Barran­quilla e instalarse en Nueva York. La razón de ese viaje, al que le dio muchas largas, tuvo una motivación sentimental, de apego filial por parte de doña Victoria Ramos, que desde 1972 cuando se radicó en la metrópo­lis, soñó reunir a toda la familia a su alrededor.

[VER: EN FOTOS: NÉSTOR EMIRO GÓMEZ RAMOS, NUESTRO EMBAJADOR MUSICAL EN NUEVA YORK ]

La migración de los Gómez-Ramos hacia la Gran Manzana comenzó en los 60 con el padre y el hermano ma­yor, siguió en los 70 con el resto; y con­cluyó con Néstor Emiro, su esposa Francisca Gutiérrez y los tres hijos: Natalia, Néstor Jr., y Juan Paulo.

Una de las cosas que más pesadum­bre le produjo de ese desarraigo fue renunciar a la sonoridad musical de Barranquilla, donde desde la adoles­cencia comenzó a cultivar su espíritu de melómano empedernido y acucio­so investigador musical; que hoy a los 72 años mantiene con el mismo fervor.

Sin embargo, esta congoja que en la parte musical le producía Barran­quilla, la paliaba con la certe­za de que llegaba a una ciudad también de mucho ritmo y melodía, en la que podría seguir desarrollando esta pasión.

“En cuanto me instalé en NY me di a la tarea de conseguir al trompetista Tony Pabón, por su impor­tancia en la salsa. Fue el pri­mer músico que entrevisté, el 31 de octubre de 1990”, reme­mora con exactitud.

A partir de entonces el Li­cenciado, como lo conocen en el medio musical barranquillero por su formación profesional en matemá­tica y física en la Universidad del At­lántico; comenzó la conquista de Nue­va York.

Primero en lo laboral, pues se vin­culó a la Oficina de Educación de la ciudad como asistente en escuelas de educación especial, donde trabajó 16 años hasta alcanzar la pensión.

Con la supervivencia resuelta, Nés­tor Emiro le da rienda suelta a su en­tusiasmo por la música.

“Inicié el programa radial Estampas del Caribe Colombiano en una filial de RCN que dirigía Eduardo Aponte Ro­dríguez, célebre locutor colombiano. Era de lunes a viernes, de 5 a 6 de la tarde sobre música de Pacho Galán, Corraleros, Pedro Laza…”

En el programa permaneció un año, pero renunció cuando le cambiaron el formato a radio-revista. Después colaboró en la emblemática Radio Wado, en un espacio de 11 de la no­che a 5 de la ma­ñana, sábados y domingos. “No era musi­cal, sino de temas generales con parti­cipación de la gente por teléfono”.

Uno de los acontecimientos que más recuerda y emociona a Néstor Emiro de su experiencia radial en Nueva York, fue su contribución a la identificación del destacado can­tante de origen antillano, pero for­mado en Barranquilla, Luis Carlos Meyer. El artista padeció una isque­mia que lo dejó casi sin habla y per­manecía abandonado en un ancia­nato del Bronx.

A las enfermeras les hizo enten­der que fue un cantante famoso, pe­ro no le creían. Sin embargo, una de ellas visitó al periodista bogota­no Javier Castaño del diario La Pren­sa de NY, quien se interesó en el caso, mas no encontraba información sobre Meyer.

“Un barranquillero de apellido Ra­da le habló a Castaño de mí, y me vi­sitó al apartamento. Le confirmé que en efecto era un gran figura, que había grabado con Rafael de Paz, y le mos­tré varios discos”. Con este episodio comenzó la historia del rescate del ‘Ne­gro’ Meyer, como le decían, y que termi­na con su presentación en un homena­je en el teatro Amira De la Rosa el17 de julio de 1998, con Juan Piña cantando su música. Meyer regresó a NY donde falle­ció el 7 de noviembre de ese mismo año.

“Javier Castaño quedó como un hijo de Meyer, y este le cedió todos los de­rechos de su producción”.

El periodista publicó un libro y un video con la historia del artista, y en la fecha del nacimiento de este organiza una velada para recordarlo.

El episodio de Luis Carlos Meyer tu­vo resonancia nacional por el renom­bre del artista, del que no se sabía na­da hacía 45 años.

Néstor Emiro conserva algunos de sus elementos, como el corbatín que usaba en las presentaciones, algunas partituras y documentos sobre su vida.

“Estas cosas quiero donarlas a un museo o archivo histórico en Barran­quilla. Castaño me las dio tras la muer­te de Meyer, al invitarme a abrir sus maletas en el ancianato, y rescatar ob­jetos de algún valor histórico y do­cumentos importantes”.

EMBAJADOR MUSICAL EN N.Y.

Además de su labor en radio, Gó­mez Ramos se dio a la tarea en NY de rastrear y entrevistar a aquellos ídolos salseros que disfrutó en la le­gendaria Cien de Rafael Figueroa; y que ahora tenía casi a la mano en la ciudad de los rascacielos.

“Entrevisté a Adalberto Santiago, Eddy Zervigón, Joe Cuba, Mario Bau­zá, Graciela, Johnny Colón, Orlan­do Marín, Junior Córdova y muchos más. También he recopilado graba­ciones en vivo de conciertos en esce­narios de salsa en el Madison Square Garden, Carnegie Hall, Lincoln Cen­ter, Central Park, Brooklyn, Battery Park y algunos clubes nocturnos”.

Toda esta labor de investigación mu­sical la divulga en dos canales de You­Tube, en Facebook, y en la revista virtual Herencia Latina.

Néstor Emiro también hace las ve­ces de un espontáneo embajador mu­sical colombiano en NY, al que mu­chos acuden para agilizar diligencias contractuales con intérpretes y or­questas. “Siempre estoy presto a co­laborar buscando los contactos para facilitar las cosas. También para in­formación, etc”.

TRABAJO SOBRE PEDRO LAZA

Hubo un momento en el que el Li­cenciado dedicó todo su esfuerzo a escudriñar sobre la música de las An­tillas; y luego otra, en la que afirma aún se encuentra, en la que explora sobre los auténticos valores que iden­tifican nuestras raíces musicales: el porro, la cumbia, el fandango, etc. En ese sentido les da las últimas punta­das a una investigación sobre la vida y obra de Pedro Laza y sus Pelayeros.

“Después de ver todo lo que he reu­nido durante 32 años de búsqueda, vi la necesidad de elaborar un texto que quede como memoria cultural. De no hacerse, el esfuerzo de los músicos protagonistas quedaría condenado al olvido”, afirma.

“Al maestro Pedro Laza Gutiérrez lo visité por primera vez en Cartage­na el 3 de enero de 1986, invoco la fe­cha con exactitud porque la dirección de su casa me la dio ese gran ser hu­mano que era Jesús Eladio Argüelles, mi amigo, locutor y periodista”.

UNA PASIÓN JUVENIL

Las raíces musicales de NEGR da­tan de su adolescencia, cuando a los 13 años el tío Israel Ramos lo pone al frente de su picó Romance en el Haway. “Era el picotero, y cada fin de semana actualizaba la discoteca com­prando los últimos éxitos extranjeros y nacionales, especialmente música de la Costa. La sede era en Lucero, calle 51 con carrera 36, donde tenía también una tienda-cantina con un traganiquel de discos 78 RPM, que me encargaba de surtir”.

Eran los tiempos de fama y celebri­dad de la Sonora Matancera, Billo’s Caracas, y orquestas costeñas como Rufo Garrido, Pedro Laza, Clímaco Sarmiento, Pacho Galán, Lucho Ber­mudez, Nuncira Machado, entre otras.

“Así me empapé de títulos de cancio­nes, nombres de cantantes y orquestas de moda; y desde luego a apreciar la música”, afirma.

LA CIEN EN SU AFECTO POR LA MÚSICA

Un capítulo aparte que también influ­yó mucho en el afecto y la perspectiva de sentir la música, lo representa para Néstor Emiro La Cien, el mítico estade­ro de salsa que Rafael Figueroa Lindo inició en 1959 en el barrio Rebolo.

De La Cien lo impactó escuchar una música que solo programaban allí, y la forma como la gente disfrutaba y bai­laba con alborozo aquel repertorio de ritmos antillanos, antes de que surgie­ra la etiqueta de salsa.

“Visité ese sitio por primera vez el do­mingo 4 de diciembre de 1966. Fui con un hermano y varios amigos a celebrar el primer puesto que obtuve en 5º. de bachillerato como estudiante del José Eusebio Caro. Ahí empecé a conocer orquestas, grupos y cantantes que no se escuchaban en la radio: Ray Barre­to, Pete Rodríguez (el pianista), Corti­jo, el Gran Combo, Pacheco, Gil Suárez, Joe Quijano, Johnny el Bravo, y otros”.

A partir de entonces las visitas a la Cien y sitios similares se hicieron ha­bituales para NEGR.

“Una de las primeras lecciones asi­miladas en estas jornadas me enseñó que la música es capaz de proporcionar una mayor satisfacción cuando además de percibir su sonoridad, también nos despierta curiosidad por conocer sus orígenes y características”, sentencia.

Esas preferencias musicales las se­guía alimentando escuchando progra­mas radiales como Éxitos del momento, con Félix Chacuto; la Tómbola Musical, con Pedro Juan Meléndez; y la Hora de la Salsa, con Jesús Vargas Navarro.

ETAPA RADIAL EN B/QUILLA

El periplo musical en la vida de NE­GR tuvo también un paso por la radio local. A finales de 1979 le propuso a Ley Martin, director del espacio dominical Las estrellas de la salsa, de la extinta Ra­dio Universal; compartir con los oyentes parte del material que había logrado in­vestigar sobre historia y datos de músi­ca afroantillana. “En esa época conta­ba con libros de antropología musical y una discoteca de salsa que alimentaba mi familia desde Nueva York. Además recibía revistas como Latin New York y Swing Latino, de Venezuela. Me atrajo ese programa por la novedad con que presentaba la música: detalles historiográficos, trayectoria de los prota­gonistas; más allá de mencionar solo nombres de temas y sus intérpretes. En eso estuve como un año”.

Luego le vino una propuesta de su amigo Alfredo Barraza Martínez pa­ra contar con espacio propio en La Voz de la Patria. “Se llamó Horizontes Latinos, pero el experimento solo du­ró tres meses”.

La incursión siguiente resultó en 1984, en Radio Sutatenza, a la sazón diri­gida por Víctor González Solano, quien le cedió una hora todos los sábados para hacer el programa Estampas del Caribe. Allí permaneció un año.

También rememora una etapa al lado del inolvidable Jesús Eladio Ar­güelles quien lo llevó a que lo acom­pañara a su programa Reportajes es­pectaculares, por Emisora Atlántico. “Teníamos invitados en vivo en cabi­na, entrevistas grabadas o en directo por teléfono. Hablamos a Lucho Ber­múdez (grabada), Nuncira Macha­do, Tony Zuñiga, Gregorio Mendoza, Charlie Pla, entre otros”.

Fue lo último que hizo en radio, porque surgió su viaje a Nueva York a fijar residencia.

A pesar de la distancia Néstor Emi­ro Gómez Ramos afirma que no olvida Barranquilla, todos los años retorna a celebrar Navidad y Carnaval, y a reen­contrarse con nuestra sonoridad mu­sical, con los sabores de la gastrono­mía; y con la amabilidad y alegría de la gente.

Sin embargo, es categórico y con cierta tristeza dice: “Lamentablemen­te no tengo planes de volver a estable­cer mi permanencia aquí, toda mi fa­milia está en NY, incluyendo los nietos; pero mi trabajo de investigación musi­cal seguirá”.