Historias

La tragedia se ensañó con Aramis, el ‘Rafael Orozco’ de Malambo

Su padre y un hermano murieron en un accidente de tránsito hace 42 años. Este 20 de diciembre falleció su mamá, su única compañía.

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El canto quebrado y dolido que ha sonado durante décadas en las calles y esquinas de Malambo y Barranquilla ahora suena mucho más triste y melancólico.

Aramis López, el querido ‘Rafael Orozco de Malambo’, perdió recientemente su tesoro más preciado y, sin lugar a dudas, eso se refleja en su canto.

La madrugada de este domingo 20 de diciembre, poco antes de Navidad, Aramis fue a la habitación donde dormía su mamá, Socorro Guerra Romero, como lo hacía habitualmente para ‘darle una vuelta’, debido a una úlcera varicosa que le aquejaba en un pie.

Llamó varias veces a la señora, pero esta no le respondía y tampoco se movía.

Desesperado, solo y sin saber qué hacer, buscó la ayuda de una enfermera para que le confirmara lo que su corazón presentía: su compañía de toda la vida, su “mamita linda” como le decía de cariño, se había ido a un mejor lugar.

“Mami, te amo, me dejaste solito, levántate mami, levántate”, decía Aramis mientras abrazaba y besaba a su mamá, una y otra vez ante la impotencia y la mirada triste y llorosa de la enfermera que fue testigo de esa “dolorosa escena”.

Y es que la vida para Aramis López no ha sido fácil. La tragedia tocó a su familia cuando apenas tenía 11 años. Ocurrió un 25 de febrero de 1978 cuando en un accidente de tránsito perdió a su papá Hernando López Contreras, un ingeniero civil, y a su hermano mayor, Bernardo.

El accidente se registró en la vía Cordialidad, a la altura del municipio de Baranoa, cuando un bus de servicio intermunicipal, que intentó sobrepasar a otro, colisionó de frente contra el vehículo marca Simca que conducía su papá en ese momento.

Su mamá, quien viajaba al lado de su esposo, sufrió fractura de una rodilla, cadera y un tobillo, desde ese momento su estado de salud no fue el mismo. Aramis también fue intervenido quirúrgicamente. Le colocaron dos platinas en la cabeza, lo que le impide pronunciar claramente las palabras. Tampoco camina bien debido a que una pierna le quedó afectada tras el grave accidente de tránsito. Quedó discapacitado un tiempo, pero con la ayuda de terapias pudo volver a caminar, aunque con algo de dificultad.

Su pasión por la música de Rafael Orozco

Pero para este “guerrero y buen hijo”, la vida no se detiene. Las penas que lleva en su corazón las ha convertido en canciones, aunque por el momento hace un pare para sufrir en silencio la pérdida de su progenitora.

Durante muchos años, Aramis recorre las calles del barrio El Concorde con unos zapatos desgastados por el pavimento y el uso (antes lo hacía en Barranquilla), bajo el inclemente sol y bajo la luz de la luna, cantando las canciones que inmortalizaron a su ídolo vallenato, Rafael Orozco.

“Antes de salir preparaba el desayuno y se lo daba a mi mamá, luego regresaba a preparar el almuerzo, se lo servía a mi mamá y volvía a salir. Subo y bajo y me siento a descansar un rato”, dijo Aramis López en una entrevista con AL DÍA, previa al fallecimiento de su mamá.

Y es que desde el fatídico accidente Aramis quedó al cuidado y atención diario de su progenitora, quien tenía 78 años y quien hacía varios años permanecía ‘condenada’ a una silla de ruedas, pero era la única persona con la que compartía sus tristezas y pesares. Aramis era el “ángel de la guarda de Socorro Guerra”, como ella misma decía.

“En un día me hago 5 mil pesos, 3 mil, a veces 2 mil pesos que son para la comida, siempre consigo plata y cuando me hace falta voy a donde mis amigos que me ayudan para pagar los servicios, me tiran, 50, 20 o a veces 10 mil pesos”, recordó ‘Rafael Orozco’.

Pese a que lo que alcanza a recaudar en un día es muy poco para su sustento y el de su mamá que ya no está, Aramis nunca desiste y por el contrario, insiste en recordar a su ídolo.

Todos los días y noches recita los versos y canciones que inmortalizaron a Rafael Orozco, acompañado de su inseparable guitarra.

“Serenata, serenata…”, es su grito de batalla y con el que llama la atención del público improvisado, y cuando alguien lo ‘contrata’ para escucharlo, salta la figura de Aramis, envestido con el espíritu del gran Rafal Orozco.

Si bien el reconocido cantante de música vallenata era un hombre estilizado, de bigote fino y bien cortado, a Aramis, con unos cuantos kilos de más y con un bigote que no está bien logrado como el de su ídolo, cuando las personas lo miran, no dudan en evocar al gran Rafael Orozco.

Por ahora, este Rafael Orozco improvisado y vivo, sigue inmortalizando las canciones del otro Rafa. Entre esquina y esquina lleva el alma prendida de una guitarra y así como humana e imperfecta es su voz, así de humana e imperfecta es su historia.