Historias

Lucho Torres: un “chismoso visual” del humor

A los 12 años comenzó su carrera como humorista. Que le digan “payaso” lo tiene sin cuidado, hacer reír a los demás es su talento, su llave, su vida.

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Lucho Torres quería ser futbolista profesional. Siempre burlón, en el humor encontró una llave para destacarse entre los demás, abrirse puertas, reírse de la idiosincrasia del costeño que palpaba en su cuadra. El ‘pelao tremendo’, el borracho que no se pertenece, el esposo infiel, el amigo “cachaco” que muchos tenemos.

Creció entre los barrios San José y Rebolo, junto con cuatro hermanos y su madre Doris Gastelbondo, hoy día de 78 años. Vía telefónica rememora que su hijo siempre estuvo rodeado de amigos que lo buscaban para oír de su boca chistes que se gestaban de vivencias que él magnificaba en su imaginación.

“Cuando veía que él llegaba a la esquina de la cuadra, y que la gente se aglomeraba para escuchar sus chistes, yo me ponía rabiosa y lo regañaba porque pensaba que lo tenían como un payaso. Él me decía que no me preocupara porque quería ser humorista”.

Estos encuentros cada vez fueron más recurrentes, así como el hecho de invitar a su mamá a que se sentara en una silla –en calidad de público– para referirle sus cuentos. En esos dos ejercicios su habilidad se fue perfeccionando. Al mismo tiempo, “la señora Doris” se preocupaba entre risas por el futuro de Lucho.

“Él hizo su bachillerato en la Institución Educativa Distrital Pestalozzi y cuando terminó yo le decía a cada rato que empezara a averiguar por la universidad, al final se decidió por la carrera de Dirección y Producción de Radio y Televisión”.

Y aunque para Doris su hijo es humorista de tiempo completo, pues sabe reírle a la vida, reconoce que hay situaciones que con facilidad pueden llegar a exasperarlo.

“Él es cosa seria cuando coge rabia. Si le mientan la madre de verdad, se solla. Tampoco tolera el chisme, aun así es muy dócil y buen hijo, es mi tesoro. Ahora con la cuarentena me llama todos los días y me dice que permanezca en la casa, que no salga porque me quiere tener más tiempo, pero me da duro porque tengo cinco meses que no lo abrazo ni le doy un beso”.

Además de su rol de hijo, Lucho es papá. Tiene a los mellizos de 23 años, Mauricio y Melani, además de la menor, Adela, de 10.

Mauricio, quien reside en Estados Unidos y es estudiante de Comunicación Social y Periodismo, asegura que de su padre ha recibido “la mejor enseñanza del mundo”: “El hombre que más tiene amigos es más valioso que el hombre que tiene mucha plata”.

Manifiesta que a sus seis años se vio obligado a marcharse de Colombia y a separarse de él, así que desde entonces cada verano era perfecto para programar el reencuentro con su padre. Esos momentos solían ser provechosos para ambos, pues a donde fuera Lucho, ahí llegaba Mauricio.

“Mi papá solía tener muchos eventos y yo iba con él. Si él se iba a presentar a una discoteca, dentro de sus condiciones siempre estaba mi acceso en la entrada, aunque fuera menor de edad, de lo contrario no hacía la presentación”.

Adicionalmente dice que a su llegada a Barranquilla solía pedirle una mascota a su papá, fue así como logró tener un loro, un conejo, varios canarios, seis perros y dos morrocoyos.

“Cuando le decía de los canarios íbamos al centro a comprarlos y se antojaba de alguno porque le gustan mucho”.

Mauricio también asegura que su papá le ha transmitido su humor, de hecho tiene memorizado varios de sus chistes.

Ingrid Pérez, actual pareja de Lucho, lo describe como un hombre amoroso, detallista, romántico, y amante de “la buena salsa”.

“Aunque no lo parezca siempre me sorprende. Antes de la pandemia lo acompañaba a sus presentaciones, y ahora desde casa estamos juntos todo el tiempo”.

Katty Daza, amiga y organizadora de algunos de sus eventos, dice que Lucho se caracteriza por ser una persona “con un corazón grande que muchos no alcanzan a imaginar”. Añade que es noble, humilde, creyente, que no se “trasnocha por lo que puede recibir, sino por la ayuda que puede dar a los demás”, a pesar de desenvolverse en un medio “egoísta y de mucha envidia”, como es el del espectáculo.

“Yo lo conozco hace seis años, justo cuando me contrataron para organizarle un seminario de fútbol con unos periodistas y amigos de él del canal Fox. A partir de ahí él conoció mi trabajo, empezamos a ser muy buenos amigos y a trabajar en la organización de sus eventos de humor”.

Admira de él su capacidad de mover gente y su positivismo frente a cualquier situación. Resalta que no recibe un no como respuesta y que en la actualidad los dos se encuentran “craneando” algunas ideas que serán trasladadas a lo digital.

Aunque el léxico de su puesta en escena puede llegar a ser catalogado como “subido de tono”, Katty asegura que fuera del escenario y sin los reflectores de frente, él cambia su chip mental y entabla una conversación normal, sin ninguna palabra obscena.

Miguel Ángel Martínez, quien asumió el rol de mánager de Lucho el 1 de junio de 2019, afirma que detrás de la figura del humorista encontró a una persona sencilla, sincera, que ha sabido ganarse la admiración y el cariño de la gente. En el ámbito profesional considera que es el mejor porque sabe combinar a la perfección el chiste con la dramatización.

“Aunque la gente lo tilde de vulgar, él no lo es, y como digo yo: entre la cultura y la censura hay un estilo y ese es él (...) Ahora lo admiro mucho más porque estaba en Olímpica Stereo, pero la empresa tomó la decisión de no renovarle el contrato, y gracias a su talento lo llamaron para que empezara el 1 de julio de este año en el programa mañanero de Tropicana Stereo”.

En este asegura que llevan a cabo una labor social que beneficia a personas de escasos recursos, además de contar chistes.

Martínez sintetiza que normalmente Lucho solía viajar cada dos meses a Estados Unidos para presentar su ‘show’ que, generalmente, tiene una duración de una hora. También se ha presentado en Panamá, Venezuela, Brasil, Chile, Aruba y Curacao; y a nivel nacional ha llegado a Cali, Valledupar, Ibagué, Bogotá y Cartagena. Martínez lo llama “el internacional Lucho Torres”.

Fútbol y risas

El humorista revela que dentro de su trayectoria también está haber sido Selección Atlántico, y jugador de clubes como el Deportivo Pereira, el Atlético Huila, el Real Cartagena y el Atlético Zamora (Venezuela). Incluso, dice que fue el fútbol el que le dio las relaciones y le sirvió como vitrina para mostrar su humor.

“Ya retirado del fútbol empecé a moverme en el norte y a conocer a Toño y el exalcalde Alejandro Char, además de Christian Daes. Ricardo Díaz, presidente de la empresa de buses Alianza Sodis, me llevaba al Club Lagos del Caujaral para jugar fútbol con todos ellos, al terminar los partidos empezaba a echar cuentos, a los que también se sumaban Miguelito y Arturo Char, Lucho Díaz Granados, y el combo de Chacho Bula”.

En medio de esas vivencias, un día cualquiera del año 2000 Miguelito Char le hizo la propuesta de que se presentara los jueves en Bongó porque estaba convencido de que la gente se movilizaría a ver su puesta en escena. Y así fue. A partir de ese momento empezaron los jueves de Lucho Torres superando todas las expectativas de asistencia.

Ahora hace un ‘flashback’ y complementa el relato de su mamá Doris, explicando que arrancó a los 12 años como «cuenta chistes», debido a que en su barrio vivía el “señor Chepe”, quien con facilidad podía pasar todo un día refiriendo cuentos.

“Ya él no vive, pero lo quise mucho, además le aprendí bastante. También, como mi papá era chofer de bus, él me llevaba a la nevada y allá encontraba a muchos buseteros que todo el tiempo se ponían sobrenombres, se molestaban entre sí, contaban sus historias, y yo me encargaba de absorber sus relatos para luego crear algunos de mis chistes (...) recuerdo que por mi cuadra jugábamos bola de trapo los viernes y nos quedábamos hasta la 1:00 de la mañana echando cuento y mamando gallo”.

Añade que en su Alma Mater, la Universidad Autónoma del Caribe, hizo sus primeros pinitos en la radio. Luego pasó al programa Satélite, en Emisora Atlántico, espacio en el que se encargaba de la sección de humor.

“De un momento a otro Arturo Char, quien es hoy el presidente del Senado, le dijo a Ley Martin que me incluyera en su programa de televisión ‘Sabroshow’, y así fue que empecé a tantear el terreno de la televisión”.

Luego llegó a él la propuesta del proyecto de La Barra, el show que se emitía por el canal Telecaribe, que aglutinaba a los mejores humoristas de la época. Ante esta proposición pensó en presentarse de forma gratuita, sin embargo, Miguelito Char lo frenó y le recalcó que su talento “valía oro”.

Después obtuvo la visa y con esta, los viajes a Estados Unidos. Luego La Barra desapareció transitoriamente y poco después él se encargó de consolidar su carrera como humorista independiente.

Revela la fórmula de sus chistes y asegura que tiene una alta dosis de saber escuchar al amigo de estrato 1 hasta aquel que hace parte del estrato “15”.

“Uno tiene que ver todo. Ver cómo una mujer o un hombre se comportan borrachos, cómo se comporta el gay, en fin, tenemos que ser chismosos visuales. Somos captadores de imágenes y de mensajes, claro está que también hay que capacitarse y leer mucha cultura general”.

Se ve reflejado en el comediante cubano Guillermo Álvarez Guedes, de hecho, algunos chistes que pertenecen a su repertorio, él los ha tomado y adaptado a una versión costeña.

El léxico que maneja en sus puestas en escena está sujeto al tipo de público al que se presente. Manifiesta que en ocasiones debe sacar “una lima” para cercenar algunos chistes y adaptarlos en su repertorio, sin dejar de lado la esencia de Lucho Torres.

Cuenta con más de 500 chistes, pero dentro de estos el más emblemático es el del doctor Porras, cuyo personaje asegura que existe –con otro apellido– y es oriundo de Córdoba. Empezó contándolo en tres minutos, hoy día lo ha alargado, refiriéndolo entre 10 y 12 minutos.

Como dato adicional también fue comisario de campo de la Dimayor, ostentando este título desde el 2000 hasta el 2018. Muchos hinchas lo recuerdan de saco y corbata a las 3 de la tarde, a pleno sol, en la cancha del Metropolitano Roberto Meléndez.

Proyectos actuales

Además de participar en el programa de Juanda Caribe, ‘El caribbean show’, Lucho se encuentra trabajando en la puesta en escena del ‘show’ de comedia virtual ‘Una relación tóxica’, que protagonizará junto con la locutora Sandra Escudero y que se estrenará el 5 de septiembre.

Adicionalmente hace uso de las plataformas digitales para inyectar un poco de humor a muchos hogares y grupos de amigos.

“El humor me ha enseñado que creyendo en uno mismo y poniéndole disciplina, se puede llegar a donde se quiera (...) hoy todo lo que soy es para mis hijos: los mellos Melanie y Mauricio, y Adela, que tiene una condición especial”.

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