Historias

Por buscar un aumento de nalgas, Sandra conoció el infierno

Fue sometida a una cirugía estética con una peligrosa sustancia y por poco pierde la vida.

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Seis años después de haber tomado la decisión de someterse a una cirugía estética para el agrandamiento de glúteos con biopolímeros, Sandra Yadira Stapper Páez considera que la vida le dio una segunda oportunidad, que ella ha empleado para valorarse más como ser humano y servir de ejemplo para que otras mujeres no vivan la terrible experiencia que ella sufrió.

Impulsada quizás por la simple vanidad o el deseo de complacer las exigencias de una sociedad que les ‘reclama’ a las mujeres lucir voluptuosas;Sandra, de profesión médico pediatra, llegó al extremo de poner en riesgo su vida a costa de agrandar sus glúteos.

Para ello se dirigió a un Spa de Bucaramanga, su ciudad natal, propiedad de los médicos Jorge Hernando Suárez Flórez y Talía Marina Hernández Taborda. Estos dos profesionales no ostentaban, según ella, títulos de cirujanos estéticos, sino de medicina general. Allí estuvo su primer error: ponerse en manos de personas no capacitadas para un procedimiento quirúrgico de esa naturaleza.

Los dos médicos le explicaron que el procedimiento era fácil, sin complicaciones, rápido y bastante económico en comparación con un procedimiento realizado por un médico cirujano plástico.

El comienzo de la pesadilla

“El 1o. de julio del 2010 me sometí a un procedimiento estético de aumento glúteo con biopolímeros. ¿Por qué escogí biopolímeros? Lo hice porque en ese momento era una mujer bastante delgada y no tenía la grasa suficiente en mi cuerpo para hacerme una lipoinyección, o para hacerme un aumento con una prótesis. Esa sustancia se estaba vendiendo bastante en el mercado colombiano.

Los médicos me dijeron que la operación duraría tres horas y que los cuidados después de la intervención eran mínimos. Realmente ellos me vendieron esa idea”, explicó Sandra a AL DÍA.

La operación comenzó a las 4:20 de la tarde del 1o. de julio del 2010. De allí en adelante, Sandra asegura que no recuerda nada. Seis días después recuperó el conocimiento. “Estuve en cuidados intensivos poco más de un mes y permanecí hospitalizada cerca de seis meses en una clínica de Bucaramanga. Estuve grave. Sufrí sepsis, fascitis necrotizante, coagulopatía intravascular, insuficiencia renal con hemodiálisis, incluso perdí la visión durante ocho días, además de otras patologías que se fueron asociando”, destacó Sandra.


Sandra Stapper semanas después de haber sido operada por el doctor Santos | Foto: Cortesía


El motivo de todos estos males fue que a Sandra le aplicaron Metacril,una sustancia cuyo principio activo es el polimetacrilato y peróxido de benzoílo. El uso de estas sustancias ha sido aprobado únicamente para soldadura de huesos, pero en otras aplicaciones puede ser mortal. A pesar de las advertencias científicas sobre su aplicación, a Sandra le inyectaron medio litro de ese biopolímero en sus glúteos para agrandárselos, por lo cual estuvo a punto de morir. Sandra sufrió las terribles consecuencias de la sustancia que le habían inyectado en su cuerpo. Shirley Stapper, hermana de Sandra, precisó que ella tuvo que acompañarla cada día intermedio para que le hicieran las curaciones.

“Fue muy doloroso e incómodo para ella. No se podía sentar ni recibir un roce en sus nalgas. Tampoco podía caminar”, recalcó Shirley.

Sandra vivió un terrible drama. Se refugió en la soledad de su habitación para meditar sobre lo que había hecho.Graciela Páez Niño, madre de Sandra, dijo que su hija llegó al grado de no querer verse en un espejo.

“No abría las ventanas de su cuarto y no quería hablar con nadie. Se aisló de todos y de todo”, subrayó la progenitora. Un día contactó al abogado y médico Eduardo Galvis Tibaduiza porque consideraba que la injusticia de la que había sido víctima no debía quedar impune. Así comenzó su batalla legal para que las personas que le habían hecho semejante daño respondieran ante la justicia.

En ese trasegar en busca de ayuda, Sandra conoció en Bogotá al médico cirujano Iván Santos, quien se interesó en su caso y le brindó toda la ayuda que requería. Este profesional de la medicina se ofreció a reconstruir los glúteos de Sandra.

Desde la primera consulta, Santos le precisó que sería un camino largo y doloroso y con muy pocas posibilidades de éxito. Sandra aceptó el reto y volvió al quirófano con la esperanza de salir de la pesadilla en que se había convertido su vida. Se llenó de valor, fe y optimismo. Fue sometida a una cirugía de expansores fisulares, la cual duró tres horas y media. Accediendo a técnicas avanzadas, culminó la primera batalla de Sandra en la guerra por recuperar lo que la incompetencia y la falta de escrúpulos de dos personas le habían quitado.

Entre enero y julio de 2012, Sandra se sometió a cinco opera ciones de reconstrucción de glúteos, en las manos del doctor Santos, a quien considera su ángel salvador. “Cuando desperté de la anestesia de la última operación, fue algo maravilloso al sentir, en primer lugar, que estaba viva. La cirugía fue exitosa. En mi vida ocurrió el milagro de la cirugía plástica. Comencé a ejercer mi profesión de médica en una clínica de Bucaramanga. De mi alma desaparecieron las cicatrices que me dejó una mala praxis médica y hoy resido en Barranquilla llena de optimismo”, subrayó.

Reconoce que cometió un error que casi le cuesta la vida. El mensaje que les da a las mujeres es el siguiente: “Todas tenemos una hermosura, podemos dar vida, ser profesionales y atractivas con tan solo una sonrisa”.

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