Historias

¿Sacrificio de 217 gallos finos, ‘un crimen’ de $3 mil millones?

Se cocina demanda contra el Estado por la decisión del ICA.

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Para los legos en el tema de las riñas de gallos resultó sorprendente el decomiso el pasado jueves 4 de abril en La Guajira de un contrabando de estas aves: 217 para ser exactos.

Y causó extrañeza que se contrabandeara esta especie, ya que los combates gallísticos son una práctica de profundo arraigo popular, con abundantes criaderos en los más insospechados lugares de la región. Por tanto ¿para qué el contrabando?

Para los profanos en la materia también pareció inconcebible la noticia ante la creencia que entre los gallos no hay diferencias, que uno es igual al otro; y que la disparidad solo se demuestra cuando los lanzan a la arena a darse picotazos y espuelazos hasta morir.

Sin embargo, un experto criador, un gallero de mucho recorrido en plazas de todo el país con sus propios ejemplares; el exprocurador judicial de La Guajira Hennys Márquez González, afirma que sí existe una diferencia marcada entre el gallo colombiano y el extranjero, en especial de razas provenientes de España, Brasil, República Dominicana y Puerto Rico. De hecho los del contrabando de marras procedían de la isla boricua.

Agrega que las razones de estas importaciones, pocas legales y muchas ilegales, como la sucedida recién en La Guajira, tienen como objeto por parte de los galleros colombianos, o por lo menos de la Costa Caribe, buscar un cruce de razas para obtener una mayor fortaleza en sus animales.

“El genotipo de las especies de otros países es diferente al nuestro. El gallo puertorriqueño y el dominicano a la hora del combate es más certero con las espuelas que el de acá. Son muy ‘heridores’, como se dice en el argot del gremio, por eso se dan los cruces”, explica Márquez.

“Cada ‘enrace’ trata de superar el anterior, siempre en procura de una mejor casta”, subraya.

“Hay una línea de gallos finos que se conocen como ‘azil’, de origen filipino, cuya característica es la resistencia en la lucha. Son más fornidos, de cabeza grande, patas largas (canillón), pechuga ancha, y cuentan con mayor potencia para soportar las heridas, en fin, asimilan más el castigo”, añade Márquez González.

Señala también que estos ‘azil’ abundan mucho en Brasil y Ecuador; y en cuestión de presentación o aspecto físico podrían definirse como ‘unos gallos feos’. “Los colonizadores españoles trajeron a Colombia un gallo más estilizado, digamos ‘más bonito’, de lindo plumaje y cola, pero que tiene esta desventaja corporal frente al ‘azil’”, según el concepto del entendido.

LEGALIDAD E ILEGALIDAD
Los galleros importan legalmente, pero algunos muchas veces recurren a la ilegalidad, por la multiplicidad de trámites para traerlos al país por vías legítimas, afirman varios de ellos.

Estos trámites los regula el Instituto Colombiano Agropecuario (ICA), que tiene entre sus misiones salvaguardar la avicultura del país. “Por la tramitología que exigen es casi que imposible traer gallos de forma legal. Ponen muchas trabas para importar, y por eso la gente recurre al contrabando”, dijo uno de los galleros comprometidos en el lote decomisado, que pidió no ser identificado.

Los 217 ejemplares incautados por la Armada Nacional en aguas de La Guajira; 150 gallos y 67 gallinas que venían en una embarcación para ingresar ilegalmente al país, están avaluados en 3 mil millones de pesos, dijeron algunos propietarios que hablaron con AL DÍA y requirieron el anonimato.

Hay ejemplares cotizados en 5 y 17 millones de pesos, aseguraron.

La joya de la corona del lote de estos plumíferos es un ejemplar de propiedad de un célebre gallero internacional oriundo de Puerto Rico, conocido en estas lides como ‘Monchito Imperio’. El boricua traía un lote de 20 gallos para la Feria de las Flores de Medellín, y uno especial avaluado en 15 mil dólares para una concentración gallística en Ecuador. Todo ese lote de gallos fue sacrificado por el Instituto Colombiano Agropecuario (ICA) 12 horas después del decomiso.

Ahora los propietarios de las aves están preparando una demanda contra el Estado, representado en esta entidad.

El ICA argumentó que la decisión obedeció a que representaban un alto riesgo fitosanitario para el estatus del país, considerado territorio libre de influenza aviar, la terrible enfermedad que ataca la especie avícola.

También para la enfermedad de Newcastle, otra amenaza en materia de salud para este tipo de aves.

El ICA insistió en que no encontraron documentación o evidencia de requisitos sanitarios contemplados en la normativa de sanidad aviar vigente en Colombia, y por ello los sometieron al sacrificio para salvaguardar la sanidad avícola nacional.

Los dueños de los gallos sostienen que si bien no acreditaron al momento del decomiso los documentos de importación, pues reconocen que carecían de estos; afirman que los animales sí reunían todas las condiciones de salud para ingresar al país, y no había posibilidad de contagio ni de transmisión de enfermedad alguna. “Los gallos debieron ponerse en cuarentena por parte del ICA, mientras surtíamos el trámite para legalizarlos”, dijo otro de los galleros.

El periplo de los gallos incautados y luego sacrificados fue el siguiente: salida vía aérea de Puerto Rico hacia Miami, de allí a Panamá, y del itsmo a la Isla de Aruba; de donde salieron por ruta marítima hacia La Guajira ya en forma ilegal, sin los documentos de entrada al país.

“Todo este recorrido aéreo se pudo cumplir porque en todos los aeropuertos avalaron los controles sanitarios que se enseñaron, que eran legales, ceñidos a las normas. No entendemos por qué en Colombia no se admitieron esos registros sanitarios”, dijo la misma fuente.

Afirman que antes de salir de Puerto Rico se les tomó muestra de sangre, y fueron vacunados contra la fiebre aviar, moquillo, viruela, y permanecieron en cuarentena, es decir, aislados.

SE PODÍA LEGALIZAR LA IMPORTACIÓN
Los galleros también manifestaron que la importación de los animales se podía legalizar, pues el Estado ofrece esta garantía jurídica, y ellos estaban dispuestos a llenar los requisitos legales para salvar los animales debido a la cuantiosa inversión que representaban.

“El ICA se precipitó, en menos de 12 horas procedieron al sacrificio, sin darnos un compás de espera”, dijo otro de los propietarios.

La mortandad de los 217 gallos foráneos fue muy lamentada entre el gremio de galleros que la consideraron “todo un crimen” que pudo haberse evitado, si los funcionarios hubiesen tenido un tanto de paciencia y analizado con detenimiento la documentación sanitaria. La Semana Santa será crucial para la definir los detalles de la demanda.

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