¿Qué Pasa?

ESPECIAL | 24 horas antes de un doble asesinato

Luego del doble homicidio, las autoridades sellaron el estadero La Barra, dado que no contaba con los permisos de funcionamiento.

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Un paseo a la playa cancelado, un viaje inesperado al corregimiento de La Peña, un encuentro rumbero en una discoteca, y la sospecha de un supuesto amor clandestino; son algunos de los ingredientes que antecedieron y envolvieron las 24 horas previas al asesinato de Clarisel María Sarmiento Polo y Jaime Luis Contreras Nova, ocurrido en Sabanalarga el pasado domingo primero de julio.

AL DÍA reconstruyó los pasos de la pareja antes del fatídico momento del crimen, ocurrido a las 9:40 de la noche. Dos pistoleros los mataron a sangre fría cuando departían en el estadero La Barra, situado en la calle 9 No. 11A-70, barrio Villa Carmen, en Sabanalarga.

[VER: Asesinan a pareja cuando disfrutaban en un estadero ]

¿LÍO PASIONAL?

No fue casualidad que Clarisel y Jaime decidieran tomar cervezas esa noche. Según le dijeron a AL DÍA familiares de ambos, era un plan diseñado al menos un día antes. Lo que aún no está claro es la razón del asesinato.

La Policía del Atlántico (Deata), informó que una de las líneas de investigación sobre el hecho de sangre apunta a un lío pasional, móvil negado tajantemente por los dolientes de Clarisel, que afirman desconocer de una relación sentimental entre ella y Jaime, a pesar de que los parientes del joven sospechaban que este tenía “un amor secreto”.

NOCHE DE GALLOS Y HOSPITAL

El sábado 30 de junio, la víspera de su muerte, Jaime Luis Contreras Nova (21 años), conversó con unos amigos en la terraza de su casa, carrera 16A con calle 27, barrio San José. A eso de las 7 p.m. le comentó a su tía, Malka Irina Nova, que iba a la gallera el Skorpion, en el sector de la Cordialidad.

“Jaime volvió de allá como a la 1:15 de la mañana. Vino contento”, precisó Malka, considerada por la familia como la segunda madre de este muchacho, que desde muy pequeño se resignó a tener a su progenitora en Caracas (Venezuela), donde trabajaba para el sustento de él y de su hermano menor.

Cuando Jaime regresaba a su residencia en la madrugada dominical, en el Hospital de Sabanalarga Clarisel María Sarmiento Polo (31 años), completaba el cuarto día acompañando a su madre de crianza, la tía María Polo Quiroz (56), recluida por afectaciones en la columna y otras enfermedades.

LA BOQUILLA NO, LA PEÑA SÍ

El domingo 1o. de junio Jaime Luis despertó a las 8 de la mañana, como solía hacerlo los domingos. “El desayuno de mi muchachito fue carne en bisteck, yuca y jugo de fresa”, recordó Malka Irina. Mientras Jaime desayunaba, en la cancha de fútbol Bola de Oro, cerca de su casa, un bus partía rumbo a La Boquilla (Cartagena) con varias familias del barrio San José.

Era un paseo de vecinos al que el estudiante de producción agropecuaria del Sena se había apuntado semanas atrás, pero que sorpresivamente declinó a última hora. “Fue el primero que pagó la boleta ($30 mil), pero de un momento a otro dijo que no iría”, aseguró su novia oficial, una joven de 16 años.

“A las 10 de la mañana me llamó por celular. Ya habíamos llegado a La Boquilla. Me dijo que me quería mucho, que me cuidara. Eso fue lo último que hablamos”, agregó la muchacha. “En la mañana del domingo Jaime me dijo que le había ido bien en la gallera, que con lo que ganó se iría a tomar hasta las 3 de la madrugada. Creí que era una broma. Luego se puso a arreglar una moto Bóxer que le prestaron, y a la que debía cambiarle el aceite”, añadió Malka, quien lo vio por última vez antes de irse hacia La Peña.

A la una de la tarde de ese mismo domingo, cuando Jaime almorzaba sopa de pollo con arroz blanco en su casa; Clarisel María llegaba a su vivienda de la carrera 16A No. 27D-37, barrio Las Mercedes.

No comió su plato preferido, pescado sudado, pues el desaliento tras dejar a su tía internada en el hospital apenas le dio para tomarse un vaso de avena, recuerda Clara Inés Polo, de 37 años, hermana de Clarisel. A las 3:20 de la tarde Jaime llamó a Clarisel, dice por su parte Malka, la tía del muchacho.

“Le presté el teléfono, llamó y cuadró todo con una mujer. Quise ver el número que había marcado, pero lo borró. Imaginé que era Clarisel porque antes le había visto una foto de ella en el celular”, agregó la pariente.

Después de la llamada de Jaime, Clarisel se arregló para salir. “La vi en el cuarto maquillándose, como lo hacía siempre, al revés, primero se echaba el rubor y después el polvo”, recordó también la hermana Clara Inés Polo.

“Me dijo, ‘manita estáte pendiente, vengo dentro de un rato para que salgamos’. La verdad no le creí, porque casi siempre me dejaba esperándola, sin embargo, me arreglé”, continuó Clara.

Según testimonios todo indica a que a las 4 p.m. Clarisel y Jaime se encontraron. Media hora después llegaron al corregimiento La Peña, donde la joven se hizo una selfie en su celular. Se le ve sonriente.

NOCHE FATAL

Aunque no se supo que fueron a hacer a La Peña Clarisel y Jaime, AL DÍA conoció que era una población a la que el estudiante del Sena frecuentaba porque allí tenía muchos amigos. “Ellos regresaron a Sabanalarga como a las 7 y media de la noche. A esa hora mi hermana me llamó y me dijo que venían por mí para salir a tomar y bailar”, señaló también Clara Inés.

Clarisel, Jaime y Clara se reunieron a dos cuadras de la vivienda de ellas, y los tres salieron en la moto Bóxer hacia la discoteca La Barra, también conocido como ‘La Mona’, por las características de la propietaria. “Creí que iríamos a ‘Pao a Pao’, una discoteca cercana, en La Cordialidad, pero no fue así”, apuntó Clara.

Al parecer Jaime Contreras Nova no tenía planeado departir en un lugar próximo a su casa, y prefirió llevarlas al barrio Villa Carmen, distante a Las Mercedes, y aún más lejano de San José. La Barra es un establecimiento nada vistoso, de fachada en obra gris, pequeño, situado al pie de una calle destapada.

Cuando los tres llegaron no habían más clientes allí. Entre las 7:50 y 9 de la noche Jaime y las dos mujeres tomaron dos cervezas Póker cada uno. En ese lapso el muchacho acompañó a Clara a que esta le hiciera una llamada a su pareja sentimental.

“No tenía minutos, tampoco estaba la señora del SAI, Jaime me llevó donde un amigo de él, quien me dio el minuto”, rememoró la mujer. Esa salida de Jaime quedó plasmada en el celular de un conocido, quien le envió la foto a la novia de este.

“Mira dónde anda tu marido”, bromeó el sujeto con la joven de 16 años. A las 9:30 p.m. volvieron a reunirse con Clarisel en La Barra. Diez minutos más tarde aparecieron dos sujetos en una motocicleta y abrieron fuego contra Jaime y Clarisel.

“Yo estaba en el baño, cuando escuché dos impactos secos, pum-pum, me asomé y estaban ellos tirados”, recordó Clara Inés. Jaime y Clarisel murieron abrasados dentro del estadero. El negocio permanece sellado porque no tenía registros de funcionamiento.

“Aunque apenas es una hipótesis, creemos de que se trata de un lío pasional, porque la joven tuvo varias relaciones antes, y quizá el nuevo romance con este joven causó la intolerancia de alguno”, insinuó el coronel Francisco Arias, comandante operativo de la Policía del Atlántico.

“Ellos no tenían ninguna relación. Esa noche que salimos nunca los vi besarse o acariciándose”, aclaró Clara Inés. Cualquiera sea el caso, lo cierto es que la criminalidad que azota Sabanalarga —en la que casi nunca se escuchan pronunciamientos de sus dirigentes—, acabó con la vida de dos jóvenes en la plenitud de la vida.

Uno estudiante de producción agropecuaria, la otra una madre de tres hijos menores de edad, que ahora les tocara enfrentar la vida sin el soporte fundamental de una madre. “Que se haga justicia y aclaren lo que pasó”, es el clamor común de las familias de ambas víctimas.