¿Qué Pasa?

ESPECIAL | Los celos lo convirtieron en el verdugo de la historia de amor

Felicidad se aferra a que la muerte de su hija es mentira y que Dios en un milagro la resucite.

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En la vida lo normal sería que los hijos despidan del mundo terrenal a sus padres, pero a veces la injusta realidad y los macabros pensamientos de las personas que a punta de sangre y dolor acaban por terminar los caminos que con esfuerzo han labrado otros.

Este es el caso de la madre de Soraya Baquero Castro, que tuvo que enterrar a su única hija, pues el excompañero sentimental de esta, un patrullero de la Policía Nacional, la asesinó de 5 balazos. El hombre minutos después se suicidó.

Felicidad Castro desde la madrugada del pasado 8 de diciembre no le hace honor a su nombre porque los celos enfermizos y la ira de Joaquín de Jesús Gutiérrez , el verdugo, al que ella y varios familiares denominaron como un demente, le arrebató toda su felicidad. Le arrebató sin compasión a Soraya, ‘la muñeca’ o ‘mami’, como le decía por cariño, y quien fue el único retoño que Dios le permitió traer a este mundo.

La fatídica historia de Soraya pudo ser comparada con la novela de ‘crónica de una muerte anunciada’, sin embargo, la confianza que ella a pesar de los malos tratos que recibía del padre de su único hijo nunca la llevaron a imaginar que aquel hombre que la conquistó con palabras bonitas sería el mismo que la llevaría a la tumba.

Soñó que la abrazaba A pocos días de cumplirse un mes del fallecimiento de la mujer y a pesar del llanto y el dolor, Felicidad le abrió a AL DÍA las puertas de la vivienda en la que reside en el corregimiento de Chochó, Sincelejo, y las de su corazón para contar el sufrimiento que vive desde el día del crimen.

“Ya no duermo de noche, lo único que le pido a Dios es fuerza para poder terminar de criarle a su hijo que era su vida. Si yo no tuviera a ese niño no sé qué sería de mí. Yo creo que no voy a superar esto ya que ella se desvivía por nosotros. ¿Usted sabe lo duro que es esto?”, expresó entre lágrimas. Con una mirada larga como buscando una explicación a lo sucedido y vestida de luto confesó que la noche del sábado tuvo un sueño con su hija en el que ella llegaba, le preguntaba por Jesús, su hijo y los abrazaba.

En ese sueño no estaba muerta, sino de viaje. Relató que su nieto le pregunta por su madre, y ella le dice que se accidentó en una moto y falleció, que está en el cielo y que no la podrán ver más. “Hay días en los que me ve llorando y me abraza. Ahora que se estaba bañando en la piscina y le dije --- ay papi, si tu mamá te viera y él me respondió: mi mamá desde allá siempre me ve”.

En su mente todavía están intactos los momentos que vivió al lado de ella, por eso cada día que pasa la ve entrar y salir con el uniforme de trabajo, cuando llegaba en la moto. Por ello, asegura que no la quiso ver en el ataúd.

El día de la tragedia Del día de los hechos, la madrugada del 8 de diciembre de 2018, Felicidad recordó que estaba dormida con el pequeño cuando escuchó un tiro y se asomó a la puerta a ver qué sucedía y como estaba oscuro solo alcanzó a ver a Joaquín, pero pensó que lo que él estaba haciendo era dañar la malla de un lavadero de vehículos que está contiguo a la casa donde reside.

No obstante, después supo que las detonaciones que escuchó eran en contra de Soraya, por lo que se le vino el mundo encima. Recordó que trató de tirársele encima al cuerpo de su hija al verla tirada, pero no la dejaron. Aunque aún no tiene claro algunos detalles pudo relatar las últimas horas que pasó con su familiar.

Precisó que el 7 de diciembre, a eso de las 8:00 de la noche, Gutiérrez llegó a la casa y habló varios minutos con Soraya, pero después se fue, en ese entonces aún no estaba armado, porque llevó al infante y a otro niño al parque. Minutos más tarde ella se vistió con un jean y una blusa amarilla con mangas acampanadas, se soltó el cabello que era largo.

“Sé que no presentía su muerte, pues las palabras que mencionó antes de irse fueron: No me va a decir lo linda que estoy y ‘Fela’, como me decía de cariño, me cuidas a jesu. Ella era una mujer de hogar que no le gustaba salir y casualmente ese día se alistó para acompañar a un primo que está en silla de ruedas a dar un paseo en su carro”.

Siguió con su relato y refirió que el agresor volvió como a las 11:00 de la noche y preguntó por ella y le dijeron que no estaba, por lo que al parecer se quedó merodeando la zona, ya que vivía diagonal a su domicilio. “A él lo vieron tomando y caminando de un lado a otro, como desesperado, no sé por qué no llamaron a la Policía”, dijo con desdén.

Hasta el momento lo que se sabe es que el primo a eso de las 2:30 de la mañana del 8 de diciembre, momento en que regresaba de Sincelejo a Chochó , se percató de la presencia de Joaquín y le dijo a ella que venía Gutiérrez, por lo que esta salió del automóvil, sin alcanzar a entregarle las llaves de la casa al familiar para que abriera la puerta, pues de ser así, la tragedia pudo ser más grave, ya que de la rabia pudo haber disparado a todo el que se le atravesara, incluso en contra de su propio hijo.

A pesar de que el familiar que la acompañaba buscó ayuda nada pudo hacer para salvarle la vida a Soraya. A la adulta supuestamente le dijeron que horas antes del crimen el individuo llegó hasta la casa de la primera expareja que tuvo, pero que no le abrieron la puerta.

Cree que su muchacha se bajó del vehículo y lo atendió sin pensar que la iba a matar, debido a que ella se le trajo el arma que él guardaba en la casa donde convivieron como pareja. Castro rememoró que en una ocasión Joaquín amenazó a Soraya con matarle a su mamá frente a ella.

Reconoce que el hombre era agresivo y maltrataba a su hija verbalmente porque la celaba con todo el mundo. “Ella se cansó de esos malos tratos por eso se separó. También le decía que si cambiaba volvería a su hogar y nada”.

Por eso le duele saber que los padres del occiso no lo hubieran detenido al ver que estaba agarrando un arma a tan altas horas de la noche. Según la mujer, ellos llamaron a avisarle a Soraya, lo que desmienten, puesto que ese día la fallecida no portaba el aparato telefónico y tampoco quedaron registradas dichas llamadas.

Felicidad cree que no le avisaron ni a las autoridades para no dañarle la hoja de vida. El verdugo se trató de envenenar El hombre, al que no le importaron las súplicas de la madre de su hijo y menos dejarlo huérfano, días antes del crimen se tomó un veneno por lo que estuvo interno en una clínica. Zenaida Baquero, familiar de Soraya, la recordó como una niña hogareña que salía del trabajo para su casa. Francisco Mercado, líder de Sucre y amigo de la víctima, indicó que era una persona humilde.

“Con ella tuve una amistad bonita, tanto que sabía que en los últimos meses me atreví a decirle que ella ya no era la misma y fue ahí cuando me agachó la cabeza. No entiendo por qué este enfermo la celaba hasta con su propia familia. Ella era una muchacha muy querida en este pueblo y estoy seguro que en sus estudios y lugar de trabajo también lo era. No pensó en ese hijo ni en esta madre. Tomó un acción errada, por eso este pueblo está adolorido ya que aquí en Chochó nunca había pasado esta desgracia”, dijo.

Entre tanto, Delcy Ochoa, amiga de la mujer, aún no sale del asombro, pues Soraya era una mujer de buenas costumbres. Me dolió la forma en que terminó su vida”.

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