¿Qué Pasa?

Las verdades que se llevó alias ‘Popeye’ a la tumba

En el aire proceso por asesinato de Guillermo Cano y otros graves crímenes en el país.

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A las 6:47 de la mañana de ayer el Inpec confirmó la muerte de John Jairo Velásquez Vásquez, alias Popeye, uno de los sicarios del Cartel de Medellín más sanguinarios y ufanos de sus propios crímenes, mano derecha del capo Pablo Escobar, y hasta ‘youtuber’ luego de 23 años de cárcel.

Popeye, quien confesó haber participado en al menos 3 mil asesinatos, falleció en la madrugada de este jueves en el Instituto Nacional Cancerológico, en Bogotá, donde estaba hospitalizado desde el pasado 31 de diciembre por un agresivo cáncer de estómago. Había sido capturado nuevamente desde el 25 de mayo de 2018, sindicado por aparentes chantajes a asociados de Escobar que controlaban algunos de sus activos.

Uno de los interrogantes que deja su partida es si alcanzó a contar toda la verdad sobre los crímenes de distinta índole que cometió, que ayudó a perpetrar y que conoció la organización narcotraficante.

El crimen de Guillermo Cano, director del diario ‘El Espectador’, sería uno de esos expedientes que habrían podido quedar incompletos con la muerte de Velásquez, quien precisamente fue llamado a indagatoria por este caso el 2 de noviembre de 2018 y, luego, el 27 de mayo de 2019, fue asegurado por homicidio agravado y quedó a la espera del juicio.

El asesinato de Cano, baleado el 17 de diciembre de 1986, fue ordenado por Escobar ante las revelaciones del periódico sobre su pasado criminal y que dieron al traste con su carrera como congresista. La Fiscalía reveló hace dos años que Popeye habría estado detrás de la planeación del homicidio y que habría estado presente en una reunión al respecto.

De lo que sí habló en una famosa indagatoria rendida en abril de 2005 fue de la participación del exministro Alberto Santofimio en el magnicidio de Luis Carlos Galán, perpetrado el 18 de agosto de 1989. Declaración que a la postre llevó a Santofimio a la cárcel.

Así mismo, Velásquez Vásquez narró cómo se pactó el apoyo del Cartel al M-19 para la Toma del Palacio de Justicia el 6 de noviembre de 1985. Según el sicario, los subversivos le pidieron un millón de dólares a Escobar, este les ofreció un avión para trasladar las armas, los entrenamientos en la hacienda y dos millones de dólares más “y cinco más esperándolos” a la salida para quemar los expedientes de los extraditables y asesinar a cuatro magistrados. Pero hubo pagos en total por US$40 millones, dijo Popeye en ese momento.

Entre sus víctimas, el concejal bogotano Carlos Fernando Galán, escribió en Twitter: “Alias Popeye confesó haberles entregado el arma a los sicarios que asesinaron a mi padre. Lo perdoné. No me alegra la muerte de ningún ser humano. Espero que al enfrentar la muerte se haya arrepentido de todos sus crímenes”.

La polémica se dio por cuenta de unas declaraciones el comandante del Ejército, el general cartagenero Eduardo Zapateiro: “Ante la pregunta de un medio de comunicación sobre la muerte de Popeye, quiero precisar que mi respuesta estuvo encaminada en dos vías: pésame a la familia como un acto simplemente humano y, posteriormente, contundencia en mis declaraciones respecto al flagelo del narcotráfico”.

Popeye murió a sus 57 años y su conexión con Barranquilla, además del terror generalizado que sintió el país durante las épocas del narcotráfico, fue que estudió en la Universidad del Norte, así como estuvo en el Ejército, en la Policía y en la Armada, de donde de hecho salió su apodo, Popeye, por su parecido a la tira cómica. Apodo ahora convertido en alias y en historia trágica.

Así fueron los días de alias Popeye en ‘La Tramacúa’

John Jairo Velásquez Vásquez, alias ‘Popeye’, exjefe de sicarios del Cartel de Medellín, quien falleció este jueves a causa de un cáncer, estuvo preso en la penitenciaría de Alta y Mediana Seguridad de Valledupar, conocida popularmente como ‘La Tramacúa’, durante dos temporadas.

La primera, entre 2001 y 2002, cuando pagó 14 meses como parte de una condena de 23 años por sus crímenes; y la segunda, desde el 28 de mayo de 2018, tras ser nuevamente capturado por extorsión, hasta el 29 de diciembre del año pasado, cuando se produjo su traslado a Bogotá a causa de su enfermedad.

Su estadía en el penal, uno de los más seguros de Latinoamérica, fue como la de los otros internos en el pabellón de tratamiento especial, donde están los delincuentes más peligrosos del país, entre ellos el violador en serie de niños Luis Fernando Garavito, ‘La Bestia’; Luis Gregorio Ramírez, ‘El Monstruo de Tenerife; Levith Rúa, ‘La Bestia del Matadero’, Manuel Octavio Bermúdez, ‘El Monstruo de los Cañaduzales’ y otros.

El delegado de Asuntos Penitenciarios de la Personería de Valledupar, Ciro Pérez, dijo que “Popeye tenía el mismo tratamiento de los demás reclusos del pabellón, donde permanecen encerrados 23 de las 24 horas del día, salen al sol una hora, a las nueve de la mañana; llegan a un espacio donde alzan pesas, juegan o practican deporte”.

En una entrevista, el mismo John Jairo Velásquez, reconoció que esta era una de las cárceles más “duras” por las que había pasado. “Fueron 14 meses en la penitenciaría de Valledupar a 44 grados de temperatura, sin ventiladores ni nada, a pulmón libre, toda clase de plagas, es una locura”, dijo al referirse a La Tramacúa, una fortaleza con nueve torres, muros antiexplosivos y celdas a partir de un segundo piso para evitar túneles de fuga, construida con la asesoría del Buró Federal de Prisiones de los Estados Unidos, ubicada a 3.5 kilómetros de Valledupar, en la vía al corregimiento de La Mesa, al occidente de esta capital.

‘Popeye’ era ordenanza en la cárcel.

Ciro Pérez sostuvo que ‘Popeye’ fue designado como ‘Ordenanza’ en el pabellón de tratamiento especial de ‘La Tramacúa’. “En la cárcel le dan a un recluso este título, y se encarga de tomar los pedidos de otros internos como útiles de aseo, agua, gaseosas, galletas y todo lo que venden en el expendio del penal, y se los hace llegar”.

Dijo además que Popeye era un hombre devoto, siempre se encomendaba a Dios. Igualmente señaló que leía muchas revistas de actualidad.

Por Tomás Betín y Miguel Barrios

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