¿Qué Pasa?

Le gritó a los que le intentaron robar que "los conocía" y se devolvieron para matarlo

“Los atracadores se dieron cuenta de que le dañaron el móvil y se marcharon dejándolo herido, pero nada grave”: familiar de la víctima.

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Por actuar de manera imprudente en el momento menos indicado, Hollman José Riquett Quiñones perdió la vida en la madrugada de este miércoles. El hombre, de 31 años, tuvo un comportamiento insensato motivado tal vez por los nervios, al verse herido en una mano en medio de un atraco.

La his­toria es esta: A la 1:30 de la madrugada, Riquett Quiñones terminó su jornada en un asadero del barrio Los Ro­bles, donde laboraba hacía 10 años. Abor­dó un bus y se dirigió a su residencia, si­tuada en la calle 52C No. 5B-52, barrio El Santuario.

A unas cuantas cuadras de la vivienda, en la carrera 7H con 52, cuando se dirigía a pie tras bajarse del bus, fue abordado por dos sujetos en moto que le pidieron les entregara el celular. Hollman se resistió y los delincuentes le dispara­ron con un arma de fuego. “Los ladrones llevaban un chopo, cuando le dispararon Holman metió la mano en la que tenía el celular.Lo hirieron y de paso le dañaron el equipo.Los atracadores se dieron cuenta de que dañaron el móvil y se marcharon dejándolo herido, pero nada grave”, le ex­plicó ayer un familiar a AL DÍA.

La im­pruedencia de Riquett se dio justo en el momento de la huida de los antisociales. “Cuando Hollman vio que los tipos se mar­chaban les gritó: ‘Todo bien, yo los conoz­co’. Esta reacción provocó que los sujetos se devolvieran y le propinaran dos bala­zos. Al parecer son del barrio y por eso lo remataron, añadió el pariente del occiso.

Según reporte de la Policía, el hecho sucedió a las 2:05 a.m. Riquett sufrió heridas por perdigones en el tórax. Lo trasladaron al Paso La Alboraya don­de murió mientras ingresaba. Hollman Ri­quett convivía con Yeris Soles desde 2006, y tuvieron seis hijos. “Era un gran esposo y padre”, precisó la viuda.

Holman salía de su residencia a las 4 p.m. para cumplir con su trabajo. “Sus despedidas eran especia­les, porque era cariñoso”, continuó Soles. El pasado martes, en medio de una char­la que la esposa no precisa, Holman le dijo a su hija mayor (12 años), que si llegaba a morir no lo lloraran. “Como que presentía su muerte”, añadió Yeris Soles. Riquett era de Barranquilla y tenía planes de mon­tar su propio negocio de comidas rápidas.