¿Qué Pasa?

Quejas en Riomar por presencia “excesiva” de domiciliarios

Residentes del norte de Barranquilla manifestaron su inconformidad con la ocupación del espacio público. Control Urbano dice que no hay norma que lo regule esta actividad.

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Morrales, gorras y chalecos anaranjados son visibles en varios puntos del norte de Barranquilla, en mayor número en los bulevares cercanos a los grandes centros comerciales o zonas de restaurantes.

Domiciliarios, en moto o bicicleta, aprovechan el espacio público para esperar que sus aplicaciones móviles les indiquen un nuevo pedido.

Minuto a minuto, desde las 8:00 de la mañana en adelante, domiciliarios de aplicaciones como Rappi o Uber Eats esperan en las proximidades de los restaurantes que un nuevo pedido les llegue para movilizarse por el norte de la ciudad. En horas pico, al mediodía y a la noche, muchos de ellos cargan sus celulares, descansan y se reúnen en varios parques de este sector de la ciudad.

A través del servicio de Wasapea AL DÍA, algunos usuarios manifestaron su inconformidad con la presencia “excesiva” de domiciliarios de Rappi en los parques de Barranquilla, haciendo énfasis en el ubicado en la calle 99, entre carreras 58 y 65. Según denunciaron los afectados, la cantidad de domiciliarios es tan alta que puede resultar “molesta” y hasta “incomodar” sus actividades en espacio público.

“A veces uno ve una invasión total, se ve el bulevar casi que naranja por todos los domiciliarios que hay en la zona”, aquejó Álvaro Delgado, residente del sector. “Uno entiende que es su trabajo y este sector tiene la mayoría de pedidos, pero creo que los restaurantes podrían tener locales exclusivos de domicilios y así evacuar un poco la zona”.

Entre las inconformidades de los vecinos del bulevar está también la falta de espacio en ocasiones para salir a caminar o para pasear sus mascotas, ya que “los de Rappi invaden los andenes del parque”.

“Cuando voy a pasear a mi perro hay muchos en el camino, lo que lo dificulta en algunas ocasiones cuando están sentados en los andenes”, dijo Gabriel Muelle, habitante del barrio Riomar.

Este sector, lleno de restaurantes que, a través de Rappi, despachan domicilios en las zonas próximas, puede verse ocupado por decenas de domiciliarios en las horas pico de pedidos, entre las 5:00 de la tarde y las 8:00 de la noche. Esto, debido a que la aplicación les asigna los pedidos cercanos y “deben” permanecer en el sector. Además, manifestaron su inconformidad con las tarifas recibidas, que en algunos casos llega a los $1.700, las que catalogaron como “muy bajas”.

“Tenemos que quedarnos cerca de los restaurantes, muchas veces junto a otros compañeros, para que nos asignen los pedidos. Eso es por ‘gps’, entonces si nos alejamos no trabajamos”, dijo Jean Carlos Medina, uno de los domiciliarios. Para él y para varios de sus colegas, el problema recae en que no tienen una sede en la cual asentarse, o un espacio entregado por la empresa para esperar los pedidos.

“A nosotros nos toca defendernos como podemos. Tanqueamos, si vamos en moto, o pedaleamos, los que van en bicicleta. Pagamos los datos del celular, entre otras cosas. Lo mínimo es contar con un espacio en el que esperar. Nosotros no estamos haciendo nada malo, pero a veces somos bastantes y comprendo que sea incómodo”, agregó.

Sobre esta situación, el secretario de Control Urbano y Espacio Público, Henry Cáceres, manifestó que “es un tema complicado”, pues “no existe ningún tipo de regulación” ante este tipo de domiciliarios y su naturaleza nómada.

“La problemática no solo le incumbe a esta Secretaría sino también a la de Movilidad, porque ellos dejan las motos o bicicletas mal parqueadas por lo que se ha intentado hacer un control y disuadir la ocupación de algunos lugares”, indicó Cáceres.

Agregó que en el país “no existe una normatividad con respecto a la ocupación que ellos realizan”, por lo que les han pedido que evacuen algunas zonas que luego vuelven a ser ocupadas.

Inconformidad

Por su parte, los domiciliarios expresaron su comprensión con respecto a la invasión del espacio público, pero manifestaron que “no tienen de otra”.

“Nos gustaría contar con un espacio en el que tengamos internet, podamos cargar los teléfonos y esperar los pedidos. De los restaurantes nos sacaron porque ocupábamos espacio y ahora de los parques, la verdad ya no sabemos para dónde agarrar”, dijo Álvaro Narváez, domiciliario.

Varios de estos domiciliarios han tenido que optar por moverse por la zona, en sus motocicletas o bicicletas, para así no ocupar el espacio público y “generar problemas”, aunque eso implique “un mayor esfuerzo físico” o gastar gasolina. Incluso, algunos que vienen de otros municipios del Atlántico, han llegado a Barranquilla en búsqueda de trabajo.

“Yo llevo un día en esto porque vengo de Usiacurí y los compañeros me han explicado que toca estar moviéndose, pero a veces uno, como mucho, se gana $20.000 al día y de ahí toca sacar para la gasolina, por lo que realmente uno por 12 horas de trabajo no se gana mucho”, dijo Luis Martínez.

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