¿Qué Pasa?

¡Se dispara el uso de silenciadores en Barranquilla!

Los delincuentes no se detienen ni se rezagan en la búsqueda de alternativas que faciliten su accionar criminal. Innovan y aplican técnicas que hacen más eficientes sus fechorías.

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Los delincuentes no se detienen ni se rezagan en la búsqueda de alternativas que faciliten su accionar criminal. Innovan y aplican técnicas que hacen más eficientes sus fechorías.

En el marco de la inseguridad y criminalidad que azota Barranquilla, salta a la palestra la comisión de cuatro homicidios, ocurridos entre julio y noviembre de este año, en los que han sido utilizadas armas de fuego con silenciador.

Expertos en conductas y asuntos criminalísticos de la Policía Nacional consideran que el uso de estos artefactos por parte de pistoleros se debe a dos aspectos fundamentales: Ganar valiosos segundos para huir tras cometer un asesinato, y también para obtener un estatus de poder y cotización en el submundo del hampa.

Al que comete un homicidio le resulta muy práctico y valioso no hacer 'bulla' o escándalo con las detonaciones de un arma de fuego, pero si usa un silenciador, conocido también como supresor de sonido, le estará sacando ventaja en la fuga a las autoridades policiales y a la misma comunidad.

“Entre más sigilo tenga un pistolero durante la comisión de un asesinato, más posibilidades de éxito tendrá durante su escapatoria porque el sonido de un disparo alerta a la ciudadanía y también a la Policía”, explica un exfuncionario del extinto DAS, que solicitó reserva de su identidad.

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Para entender cómo amortigua el sonido un silenciador, primero hay que saber cómo se produce este. La mayor parte del estruendo de un disparo se debe a los gases generados por la explosión de la munición. Estos gases salen a altas velocidades y temperaturas. Cuando son expulsados del cañón del arma, estos gases se expanden y enfrían de golpe, produciendo así el característico sonido del disparo. La pólvora crea una pulso de gas de alta presión, que hace que la bala salga del cañón del arma. Cuando el proyectil sale del cañón, es como quitarle el corcho a una botella.

La presión detrás de la bala es enorme, más o menos 520 kilogramos por centímetro cuadrado, así que el sonido que hace la bala al salir y liberar la presión es extremadamente fuerte.

De acuerdo con el intendente de la Policía Nacional, Hollman Guzmán Gutiér
?rez, perito en balística forense, quien trabaja en el Laboratorio Regional de Policía Científica No. 8, los silenciadores están conformados por unos paneles de absorción del sonido dentro de un tubo, al cual se le adapta otro más pequeño con el fin de que el proyectil cuando es expulsado, mediante la activación de gases, no emita sonido. “La mayoría de los silenciadores son tubos de acero o hierro. Los paneles por lo general son de cartón o fibra. Hay algunos a los que les ponen paneles de radiadores de carros, de aluminio. El tubo del silenciador es forrado por dentro con este material”, explicó Guzmán Gutiérrez. Según este experto en balística, los silenciadores, en los últimos años, están siendo elaborados en Colombia de manera artesanal y clandestina.

Siempre los usan en pistolas automáticas o semiautomáticas por cuanto los gases que expulsan al proyectil por el cañón se quedan en la recámara del arma de fuego. Sin embargo, cabe destacar que los silenciadores no eliminan completamente el sonido de un disparo, simplemente lo ahoga. Esto se evidencia porque cuando un arma se dispara colocándole un silenciador, se alcanza a escuchar una especie de zumbido, audible solo a poca distancia del lugar donde se acciona el arma de fuego

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El uso de armas de fuego con silenciador está prohibido en Colombia. En el artículo 365 del Código se estableció que es un delito el porte de armas con silenciador. lenciador, aunque estas estén amparadas con salvoconducto.

La legislación colombiana prohíbe el uso de silenciadores a las Fuerzas Armadas, al menos que estén autorizados por un juez para ser utilizados en operativos especiales. “Los silenciadores no forman parte de la dotación de ningún cuerpo policial ni militar colombiano”, enfatiza el intendente Hollman Guzmán.

En el mercado negro un silenciador o supresor de sonido se puede conseguir entre 500 mil y 600 mil pesos, si es de fabricación artesanal. Pero si el artefacto es elaborado en Estados Unidos o Europa, su costo puede llegar al millón y medio de pesos.

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En Barranquilla han ocurrido este año cuatro asesinatos cometidos con armas de fuego adaptadas con silenciador. Los dos primeros ocurrieron el 26 de julio, cuando un sujeto llegó a una vivienda de la calle 85 con carrera 82, barrio Siape, y abrió fuego contra Harllen Yesid Borrás Daza y Luis Carlos González Ramírez. El pistolero usó una pistola 9 milímetros con silenciador.

El tercer homicidio en el que se usó un supresor de sonido ocurrió el 30 de octubre, en la carrera 9K No. 65-41, barrio El Bosque. Allí fue ultimado de cuatro balazos, que nadie escuchó, un hombre identificado como Garys Manuel Guzmán Valdez, de 56 años. Y el cuarto caso ocurrió el pasado 2 de noviembre en la carrera 13B con calle 64, barrio Villate. La víctima fue una mujer identificada como Yasiris Cabarcas Vásquez, de 37 años, a quien un pistolero le quitó la vida de tres

balazos. En estos cuatro asesinatos los victimarios aprovecharon que los disparos no llamaron la atención de nadie y por eso lograron darse a la fuga sin ningún tipo de complicación. Cuando la comunidad y la policía intentaron reaccionar, los homicidas llevaban minutos de ventaja

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