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¿Existe la edad ideal para ingresar a la universidad?

Obtener un título universitario siendo más joven de lo normal, suele asociarse con capacidades excepcionales. Sin embargo, especialistas contaron que el éxito profesional no lo garantiza graduarse a una edad particular.

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A Alex Rodado la ansiedad típica de enfrentarse a algo nuevo, lo invadió esa mañana antes de salir de su casa ubicada en Adelita de Char. Era su primer día de clases.

A sus 15 años y con un metro y 50 centímetros de estatura, que lo hacen lucir como de 13, se enfrenta a una nueva etapa en su vida: ser estudiante universitario.

Desde que culminó su primaria en el colegio San Nicolás de Tolentino en Puerto Colombia, sabía que en el futuro quería ser un ingeniero en sistemas. “Siempre me ha gustado la tecnología”, asegura.

En sus clases en la universidad Simón Bolívar, sus compañeros en promedio tienen edades entre los 17 y 18 años. Él es el más joven y asegura no sentirse acomplejado por esto.

“Los profesores y compañeros se sorprenden cuando digo mi edad. Tengo 15 pero siempre calculan menos por mi estatura”, cuenta Rodado.

Durante su preescolar y primaria, saltó de grados dos veces. De pre jardín pasó a transición y de primer grado a tercero. “Sus profesores dijeron que estaba apto para adelantar cursos. Desde pequeño ha sido muy inteligente y ha tenido claro lo que quería estudiar desde que entró al bachillerato”, contó Yenis Morales, su madre.

¿Graduarse antes de tiempo garantiza el éxito?

Si bien no existe una edad cronológica que estime a qué edad graduarse, por lo general, adelantar grados y obtener un título profesional siendo mucho más joven de lo normal, suele asociarse con éxito y capacidades excepcionales para ejercer una carrera asociada con algún componente de dificultad; como por ejemplo: las matemáticas o la ingeniería.

De acuerdo con María del Pilar Zúñiga, psicóloga y directora de la Oficina de Calidad y Proyectos Académicos de la Universidad del Norte, la edad ideal dependerá de la madurez y la claridad que tenga respecto a sus metas académicas.

Sin embargo, detalló, sin caer en generalizaciones, que un joven de quince años o menos todavía está en pleno desarrollo a nivel físico, intelectual y emocional, por lo que tendría un mayor reto para adaptarse exitosamente a la vida universitaria que un adolescente de mayor edad.

Por su parte, María José Anaya, psicóloga clínica, añade que avanzar más rápido no significa avanzar mejor. “El éxito profesional no lo garantiza graduarse a una edad particular; lo garantiza la dedicación y la madurez en la medida que haya asumido retos y este comprometido con su carrera. Hay chicos que se gradúan después de muchos años y tienen más éxito incluso que aquellos que se gradúan antes”, dijo.

Los pros y los contras

Para los especialistas, sería ideal que un adolescente que se gradúa a temprana edad pueda tomarse el tiempo que requiera para explorar sus opciones de carrera -sean en la educación técnica, tecnológica o superior.

“Una de las opciones es reforzar su preparación en temas básicos que se van a exigir en el mundo de la educación superior o también podría beneficiarse de oportunidades de intercambio en otros países para aprender o reforzar idiomas”, opinó María del Pilar Zúñiga.

Para la psicóloga, María José Anaya, los efectos colaterales de un joven que ingresa a los estudios superiores sin la suficiente madurez, son periodos de depresión y ansiedad. “Muchos pueden perder de vista el sentido de lo que están haciendo y eso hace que descuiden sus responsabilidades y divaguen mucho en lo que deben hacer”, argumentó.

Recomendaciones a los padres de familia

Los padres deben ser unos orientadores del proceso educativo, sin generar presiones o exigencias absurdas, concuerdan ambas especialistas.

“Muchos padres, guiados por buenas intenciones de que sus hijos salgan adelante, generan altas expectativas para que sus hijos tomen decisiones basadas en criterios externos (la plata, el prestigio, la estabilidad)”, sostuvo la directora de la Oficina de Calidad y Proyectos Académicos de la Universidad del Norte.

Precisó además que elegir un camino profesional es una decisión muy personal, tan importante como casarse o tener hijos. “Así como un zapato no les calza bien a todas las personas, no hay carreras buenas o malas. A veces es preferible, incluso una ganancia, que un joven repita un año del bachillerato, a que, con ayuda de los adultos alcance el título”, dijo Zúñiga.

Con información de Jesika Millano P.